CD TENERIFE | El mejor Tenerife en el peor momento

Álvaro Cervera reconoció hace unos días que le daba miedo que sus jugadores se entregaran a su suerte en lo que queda de temporada, un tramo demasiado largo para un equipo condenado a bajar a Primera RFEF. «Son humanos y cuando ven las cosas imposibles, tienden a decaer», advirtió justo antes de asegurar que se iba a encargar de que eso no sucediera. El ejemplo estuvo en el partido ante el Huesca. El quinto triunfo del curso llegó en la trigésima jornada. Tarde. Los blanquiazules rebasaron, al fin, la veintena de puntos (22), pero solo quedan 36 en juego. Sin margen de error, diría un optimista. Una vez apagada la calculadora, flota el amor propio, la intención de completar el calendario como un digno sufridor. Esta victoria, aislada de las dinámicas, de la clasificación y de las trayectorias, sirve también para demostrar que las apariencias engañan, que no había tan mala materia prima. Que este Tenerife sí era capaz de superar con más o claridad a rivales que están en el lado opuesto de la tabla. A cualquiera. ¿Por qué no antes? Puede que sea la descompresión de haber tocado fondo y no tener nada que perder, una casualidad, la historia propia de cada partido… Debió suceder lo mismo ante el Eldense, el Deportivo, el Córdoba… Todo sería diferente ahora. Seguramente, no hay una respuesta concreta. Y tampoco vale de mucho enredarse en lo que pudo ser y ya no será.

Esta vez, el equipo que se presentó en el Heliodoro con la oportunidad de ocupar el primer puesto de la clasificación y sin derrotas desde el 20 de noviembre, el Huesca, no dio esa impresión. Y el que inició la jornada situado a 17 puntos de la salida de los puestos de descenso y atascado por una serie de cuatro partidos sin sumar, el Tenerife, tampoco. Cosas que pasan en el fútbol. Sucedió lo inesperado, lo que no mostraba la teoría.

Y eso que la primera ocasión de gol fue visitante, un remate forzado de Sergi Enrich a pase de Vilarrasa (3′). Pero el encuentro se volcó enseguida hacia la mitad de campo azulgrana. El Tenerife, con la novedad de Landázuri en la alineación jugando como central derecho, junto a Sergio y con César y Mellot en las bandas, se adueñó del centro a base de colocación y de la ejecución de una presión más coordinada y eficaz que agresiva. Aitor y Bodiger se hicieron con el mando para que todo evolucionara de manera natural a partir de ahí, con Diarra más adelantado, Luismi y Waldo en los costados y Maikel ejerciendo la función de delantero. El lagunero fue el encargado de anotar el 0-1. Los blanquiazules ya habían avisado con un golpeo de Luismi –tras combinar con Landázuri– que desvió a córner Jiménez. A la siguiente, cayó el gol. Aitor fue el encargado de iniciar la ofensiva con un cambio de orientación que recogió con delicadeza Luismi para conectar con precisión con la cabeza de Maikel. Toque con la frente llegando desde atrás dentro del área pequeña, imposible para el portero (1-0, 9’).

De ahí al descanso, el partido se convirtió en una sucesión de ocasiones de gol de los locales frente a un Huesca superado. La producción fue inusual, de diez remates en el primer tiempo. Sergio tuvo el 2-0 en el minuto 12 pero no acertó al cabecear una dejada de Mellot; luego probó suerte Maikel después de una recuperación de Aitor (16′); y también Diarra, en plancha, asistido por César (35′)… Hasta Landázuri se animó a empujar con una anticipación que aprovechó Diarra para chutar desde la frontal del área, demasiado alto (36’). Fueron algunos ejemplos del monólogo tinerfeño de camino a un intermedio que dejó otra sacudida en el área oscense, esta vez protagonizada por Maikel a pase de Diarra después de una pérdida de Pulido (38′), un ejemplo más del extraño desconcierto que estaba padeciendo el equipo de Antonio Hidalgo, condicionado por las bajas dentro de una plantilla limitada y diferente en su propuesta por pasar a defender con cuatro jugadores y no con tres centrales y dos carrileros. Demasiado fácil para un Tenerife que, eso sí, se había ganado el derecho de avanzar por el partido siendo tan superior. La única pega llegado el descanso estaba en el resultado, muy corto para lo bien que lo habían hecho los locales. El 1-0 aún le brindaba al Huesca la posibilidad de no perder.

Se esperaba que los azulgranas dieran un paso adelante, que arriesgaran. Y así fue, pero sin que el duelo diera un vuelco, porque el Tenerife no se sintió incómodo con una actitud más conservadora. Cedió terreno y esperó su momento para sorprender al contragolpe, algo que sucedió a cuentagotas. Los minutos fueron pasando con el pulso trabado en el medio. El Huesca tenía más el balón, pero no profundizaba. Y los blanquiazules seguían seguros atrás, pero habían perdido la frecuencia de llegadas al área. Tanto, que su primer remate en la segunda mitad se produjo en el minuto 80. Los protagonistas, dos de los sustitutos, Enric Gallego como asistente y Cantero como ejecutor. Fue el anticipo de un tramo más animado y acelerado. Porque el Huesca, obligado a apretar, insistió y rozó el 1-1. Lo impidió Edgar Badia con sus dos primeras paradas. En la misma jugada tapó un remate de Hugo Vallejo y otro de Ayman (90′). Solo ahí pudo escapársele la victoria al Tenerife. Esta vez, el fútbol no fue tan cruel. Exhibición de reflejos del guardameta para dejar su sello en una victoria que quedó garantizada con el 2-0, obra de Aarón Martín, otro de los recambios elegidos por Álvaro Cervera. El canterano irrumpió en el área con una genial maniobra, un recorte y un disparo cruzado para batir a Jiménez (92’).

Sin mayores agobios, el Tenerife pudo festejar una victoria justa, merecida e incluso con poca diferencia en el resultado, una alegría para el tinerfeñismo que contrasta con la situación clasificatoria del equipo: penúltimo, ahora a 14 puntos del decimonoveno y con 12 jornadas por delante. El mejor Tenerife en el peor momento, y el reconocimiento del público –la entrada más baja de este curso en el estadio, poco más de 8.000 espectadores– con el aplauso de quien agradece el esfuerzo, reconoce el compromiso y va asumiendo un desenlace que seguramente es más llevadero con estos triunfos.

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